miércoles, 26 de septiembre de 2007

Que se mueran los chinos...

Poca cosa sé de lo textil. Pero lo que me llega del ramo es que se ha puesto muy difícil vender camisetas. Claro, camisetas guapas, de colores y con dibujos originales. Lo que sí está fácil es la camiseta souvenir y ortera. Tampoco me voy a poner a discutir de gustos... que te llevas unas sorpresas!!!
Enfín que para poner una camiseta en la calle que guste más o menos, que sea de algodón y que la lleves un par de años resulta que no baja de 20 y pico o algo más... Putos traficantes de lanilla barata y diseños palurdos que copan un mercado fácil y poco discutidor con camisetas de a casi cinco euros... Le chulean el mercado al artista, al confeccinista y al de la furgoneta. Al que le gusta la camiseta y al que le gusta para ragalarla. Y los chinos, ahí, por muchos que sean, no tienen nada que pelar. Ni se enteran. La cosa se queda entre cuatro comisionistas, catalanes, gallegos o marroquís. ¡Putos judíos!

Enfín, que antes de esta profunda reflexión mercamtilista-leninista me había parado a pensar que en menorca han subido las apuestas en los billares. Ahora que los de afuera se han vuelto con sus cremas y sus colchonetas, con sus voces y sus toallas, ahora, justo ahora, suben las apuestas en los billares. Y es que en ferreries se han pillao 160.000 euros del ala... Y los andan buscando.

Pero no creo que las camisetas chinas tengan nada que ver en ello. Quizás algún terrenito por aquí, o por allí... Quizás alguna camiseta de Sarrià o de Majalahonda... en el mal sentido de ambas palabras.

Total, que una camiseta es una camiseta. Y vale lo mismo para vacilar que para dormir. Para de bonito como para de casa. O casi.

Y 30 euros por camiseta jode. Pero si son de casa, ¡que se jodan los putos chinos!

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