
Pero el rugir de las olas y el viento, el incesante repiqueteo de la lluvia en el tejadillo y las descargas de los truenos silenciaron la llamada desesperada...
Alguien mandó callar.
Pero el penetrante silbido del viento, el claqueteo de las persianas y el persistente ladrido del perro evitaron la orden...
Alguien vio una sombra.
Pero la temprana oscuridad, el imprevisto apagón y el baile de las ramas impidieron observar con mayor claridad...
Por fin cesaron la lluvia de caer, las olas y el viento de rugir, los truenos y las persianas de retumbar y el perro de dar la lata. Incluso volvió la luz...
Pero el camino seguía a oscuras, enfangado y perdido.
Hasta la hora del huevo frito.
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